sábado, 26 de enero de 2013

A chorros



Fermín limpia la casa y Pimienta lo persigue muy de cerca con ojos de terror... se mezclan realidad y ficción, el día de ayer con la noche y los sueños en literas de la postguerra con la realidad de todo lo de-más...

Quirófanos y quirófanos. Venas axilares en señoras mórbidas de 82 años, que nunca llegaron a repararse y que nunca debieron de haberse tocado, pero lo importante es llevar tacones y arreglarse un poco, o eso dicen... Ver la vida escaparse a chorros cuando acabas de ser madre. Odiar lar atonias uterinas con todas tus fuerzas y las histerectomías puerperales con las que te restan del día, mientras se lo explicas a un niño de 7 años que solo piensa en el avión de juguete que le acaba de regalar su tío. Creer que todo ha acabado y hundirte en la barca vikinga del fondo de la sexta derecha... el "hoyico" con barrotes amarillos desde donde te mira tu amigo Cullen. Que te llamen al busca, hacer un ingreso, más papeles. Que aparezca esa mujer, regalándote a su hija porque tiene seis y su marido le mataría si ve una boca más que alimentar, y la tienes en brazos... Salir a la calle con el sol, el suelo mojado y que ahí estés tú, como si nada, como si todo...  mientras cae el agua helada de un tejado sobre las dos, tu espalda y mi pelo. Que nos dediquemos a discutir sobre si quedárnosla o no... en un mundo hipotético.

Ahora todo a pasado, y Pimienta no alcanza a Fermín, creo que solo lo sigue para ver qué ocurre, pero en cuanto Fermín va detrás de ella, solo se dedica a huir. Fermín no para de darse cabezazos contra la pared, terminará por rendirse... supongo... o se le acabará la batería.

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