lunes, 24 de diciembre de 2012

BARCOS DE PAPEL




Se extingue el sol. Se apagan las estrellas de noches inútiles. Solo queda lo que no merece la pena. El faro se apagó. El mar se agitó.

Una línea de esas que indica el lugar donde el cadáver se encontró divide la habitación. Sentada, descanso en mi lado de la cama. Fatiga crónica. Piel hecha pedazos. Espaldas que se miran. Poco a poco se van agotando las palabras. Da comienzo la madrugada más larga.

El barco se agita con la fragilidad del papel.

Un avión cruza el cielo. La duda es pasado. La certeza hace daño. Las miradas escuecen. Ahora,  ¿será nunca?, resultó ser mentira. Algunas cosas fueron suficientes para comprender. Las decisiones siempre llegaron tarde. Quizás la oportunidad nunca se presente. Como sucede en los puzzles, las piezas que sobran no encajan jamás.

Desastre. Descenso. Caída y tropiezos.

Se marchitan las flores del jarrón. Se seca la humedad de mi cuerpo. Se dibuja tu nombre como un espejismo. Respiro tu perfume, insoportable olor a azufre. Espadas en la mesita. Armarios revueltos.

El barco zozobra y no quisimos darnos cuenta.

Un muro se derrumba. Se agrietan las costillas. La pena pesa. El suelo quema. Ahora será nunca, todo resultó vacío. Algunas cosas fueron suficiente para comprender el poder de la distancia. No importó ir de la mano, de igual forma nos separó.

Desastre. Yo tiro y fallo tocando agua. Tú aciertas y hundimos el barco.

M.A.

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