sábado, 6 de diciembre de 2014

Vete



Sólo haces que quiera rendirme...

Llegas aquí, y te instalas como si esta fuese tu casa. De largo sabido, que eres capaz de reconocer hasta el olor de la última esquina de mi hastío. Vienes, dejas las maletas, levantas los brazos como la gran triunfadora que eres y no vas a irte, y no me dejas echarte... ya no sé cómo pedírtelo.

He agotado todas mis estrategias de casi treintañera intentándolo, pero cada vez que vuelvo a mirar, parece que te has puesto más cómoda en tu diván de terciopelo rojo. Ahora tienes hasta tu propia ropa de estar en casa, en MI casa. Revuelves mis cosas, me desordenas los papeles, me dejas con hambre, te acuestas a mi lado solo para susurrarme al oido toda la noche y no dejarme dormir, para que luego no pueda ni dar tres pasos sin bostezar. Me has congelado las plantas, atascado el fregadero, rallado mis discos favoritos, después de tanto discutir, nunca me dejas nada claro.

Hasta el gato se ha acostumbrado a ti y viene corriendo a intentar separarnos antes de que me agotes la paciencia y acabe jugando a la ruleta rusa con la pistola de balines.

Solo haces que quiera rendirme, solo haces que quiera irme... vas a conseguir echarme de mi propio todo y sabes que a través de la niebla no voy a llegar muy lejos, y volverás a alcanzarme, como haces siempre...

Vete de una vez.






No hay comentarios: