Domingo, ineludiblemente domingo... es un domingo madrileño, pero es uno de ellos, inexcusable, perfectamente distinguible.
Los domingos se caracterizan por el perreo elevado al cuadrado, las pocas ganas de hacer nada, y las menos de hacer algo. El de hoy tiene trazas especiales; llueve, diluvia, airazo... vamos es eso que llaman la ciclogénesis explosiva y yo titulo como, diluvio universal o quemierdadedíanosalgodecasanithefull, pero sigue siendo él; inconfundible.
El domingo es único en los siete días, por la capacidad que tiene que de hacerme recordar (-te, a tí, contigo)... es el final de algo, de una semana, de otra más en la que nada en mi vida ha cambiado y sin embargo de nuevo es todo diferente.
El domingo es el día antes del terrible lunes, en definitiva... odio los domingos, bueno, digamos que según las últimas encuestas, odio 3 de cada 4 domingos.
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