domingo, 20 de octubre de 2013
Morning Glory
En los últimos minutos en la cárcel te asomas a la ventana y sientes algo similar a un síndrome de Estocolmo, quieres salir, pero no sabes lo que te espera fuera, o sí... y por eso prefieres quedarte dentro, a pesar de las bradicardias. Creas un vínculo de estabilidad, seguridad, resignación con tu captor.
Los domingos se han convertido en el día más triste sobre la faz de la tierra; ya no hay donde ir, y si lo hay... no me apetece hacerlo sola. Esta ciudad sigue llena de meadas, no las ves, pero apestan.
A veces preferiría quedarme en Suecia vestida de verde.
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