lunes, 12 de diciembre de 2011

Cedro Azul

Vuelvo sudando, abro la taquilla, me desnudo y sólo me quedo con la toalla blanca nueva de diario. Miro en la mochila, el está ahí dentro, en su cristalino frasco azulado; en el fondo no me importa que por fuera sea de plástico barato, nadie se fijaría en él jamás sin conocerlo.

Nos vamos juntos, de la mano... cantamos mientras llegamos a nuestro destino. En el ambiente de vapor, cualquier canción que suene mejor en la ducha que fuera. Las demás nos miran al pasar, preguntando por qué pongo esa cara de felicidad absurda, ellas no lo saben, es un secreto entre nosotros. Entonces, la tercera de la izquierda, siempre la misma, tras una larga selección de meses, sé que es la que pega más fuerte.

Y cae... agua caliente, y el cedro azul me rodea con sus brazos, pienso que sus ramas son suaves, en su maravillosa textura, su fragancia de mar, vuelvo al mar... divago.

Pasa lento el tiempo, o demasiado rápido, no lo sé, pero ahora lo veo claro, es un árbol y sus hojas en realidad son de sabor amargo y acaban en punta... abro los ojos, dejarme caer en él es una estupidez. No puedo evitarlo, hace años que no aparecía en mi vida, y ahora su olor se ha hecho irresistible de nuevo.

Todos los días acabo cayendo en el cedro azul, espero no ser la única...


Geles que te enganchan

2 comentarios:

Chilipop dijo...

Cerdo azul

Chilipop dijo...

http://eternalouroboros.blogspot.com/2010/01/el-cerdo-azul.html